Se empieza la experimentación con algún que otro sospechoso éxito de fármacos programadores que corrigen el comportamiento de los grandes gamberros sin remedio, reduciendo así el número de penas privativas de libertad y el mantenimiento de celdas guarras. A partir de ese momento sólo podrán robar y joder a discreción para favorecer a los más dintiguidos, pudientes u honorables personajes del poder global...