En un importante foro mundial se cuestionará largamente sobre la eficacia de la cárcel como castigo privativo -y sobre todo dudosamente rehabilitador- para intentar sustituirla por una vigilancia muy sofisticada aunque asfixiante. El condenado únicamente se verá obligado a llevar una microcámara chip en la punta de la nariz, por ejemplo. Y si le pica... ¡que se joda!
(Por lo tanto, este futuro método algo similar al empleado actualmente con los chuchos, únicamente sutituirá una falta de libertad por otra, aunque todavía no veo muy claro si resultará más digno y ventajoso...)