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Pocas ciudades pero edificios cada vez más altos con frecuentes tortícolis. Tanta descarada verticalidad que los nenes más ñoños desconocerán las bonicas nubes de algodón. Apenas se padecerá vértigo pues ya se sabe que a fuerza de costumbre casi todo se cura bien... Ascensores a gran velocidad con espejos especiales que a su vez pueden radiografiar el cuerpo y visionar los jodidos pulmones nicotinados ofreciendo imágenes más allá de la ropa (que será como muy transparente y ajustada, por cierto) No obstante, esta tontería ya no causará apenas pudor y aún menos escándalo porque casi todos los vecinos a fuerza de subir y bajar... se conocerán muy pero muy bien... Por entonces, un aparato comercializado hasta en los bazares más chinorros con sensores olfatovoltaicos*(impregnados con esencia de pedo de hiena, p.ej.) y aplicados a la cabeza del miembro principal simulará orgasmos controlados por el usuario. Por lo tanto, significa que la llamada represión sexual resultará casi extinguida, excepto en los Cibermonasterios*. Asimismo, como las ciudades más modernas olvidan los peldaños para no acordarse de las pesadas a la vez que acomodadas barrigas, se imponen las rampas por las cuales se acceden mediante pequeñas plataformas-vehículos accionados por energía lunar fotovoltaica... ¡cágate lorito!